lunes, 15 de septiembre de 2014

Paramahansa Yogananda




Libro: Afirmaciones Científicas para la Curación

           No existe nada superior a la Conciencia Cósmica o Dios; su poder sobrepasa infinitamente los límites de la mente humana. Así pues, busca sólo su divina ayuda, lo cual no significa que hayas que volverte pasivo, inerte o crédulo, ni que debas despreciar el poder de tu propia mente. El Señor ayuda a quienes se ayudan a sí mismos. Él te ha dotado de los poderes de la voluntad, la concentración, la fe, la razón y el sentido común, con el objeto de que hagas uso de ellos en tus esfuerzos por liberarte de las perturbaciones físicas y mentales. Deberías aplicar todos estos poderes, mas apelando simultáneamente a la ayuda de Dios.
           Al orar o practicar afirmaciones, hazlo siempre con la confianza de que estás empleando tus propios poderes - poderes recibidos de Dios -, ya sea para sanarte a ti o para sanar a otros. Pide la ayuda divina, pero toma conciencia también de que eres tú mismo quien hace uso, como un amado hijo del Señor, de los dones que haz recibido de Él - la voluntad, el sentimiento y la razón - para resolver todos los complejos problemas de la vida. Debería establecerse un equilibrio entre el concepto medieval de la dependencia absoluta del hombre con respecto a Dios y el hábito moderno de depender totalmente del ego.
           Un requisito fundamental en la práctica de las afirmaciones es la intensidad de la atención, aunque la continuidad y la repetición son también factores de considerable importancia. Repite atenta y reiteradamente tus afirmaciones, saturándolas de devoción, voluntad y fe. Y no te inquietes por los resultados: éstos habrán de producirse naturalmente, como fruto de tus esfuerzos.


Afirmación para la Salud
!Oh Padre, vuélvenos cual niños pequeños,cual niños que de tu reino son dueños!
La perfección de tu amor habita en nosotros.
Como Tú, que eres perfecto,
Como Tú, somos perfectos.
En cuerpo y mente somos sanos,
como lo eres Tú, como lo eres Tú.
Somos hijos tuyos,
hijos de la perfección.
Tú estás en todo,
y doquiera estás Tú, allí está la perfección.
Tú habitas en el altar de cada célula;
Tú habitas todas las células de mi cuerpo,
y ellas están sanas y perfectas,
sanas y perfectas.
Hazme sentir que Tú estás
en todas mis células, en todas ellas;
hazme sentir que Tú estás
en cada una de mis células y en todas ellas...
en cada una de mis células y en todas ellas.
Vida de mi propia vida. Tú eres salud
y estás en todas partes.
Tú estás en mi corazón y en mi cerebro,
en mis ojos y en mi rostro,
en mis miembros y en todas partes.
Eres Tú quien mueve mis pies;
ellos están sanos, están sanos.
Mis piernas y mis muslos están sanos,
están sanos, pues Tú moras en ellos,
para que no yerga, para que no caiga.
Mis muslos están sanos,
pues Tú estás en ellos,
pues Tú estás en ellos.
Tú estás en mi garganta,
Tú brillas en mis mucosas,
y en mi abdomen habitas;
ellos están sanos, pues Tú estás en ellos.
Tú titilas en mi columna vertebral;
está sana, sana.
Tú fluyes en mis nervios;
están sanos, sanos.
Tú flotas en mis venas,
y en mis arterias flotas;
están sanas, sanas.
Eres fuego en mi estómago,
fuego en mis intestinos;
están sanos, sanos.
Así como Tú eres mío,
así soy yo Tuyo.
Tú eres perfecto;
Tú eres mi ser, eres mi ser.
Tú eres mi cerebro,
resplandeciente y sano,
sano, sano, sano.
Libre fluye mi imaginación,
libre fluye mi imaginación.
Estoy enfermo cuando así lo creo yo;
y cuando así lo creo, sano estoy.
¡Cada hora, oh, cada momento,
en cuerpo y mente, en todos los aspectos,
estoy sano y contento,
estoy sano y contento!
Soñé el sueño de la enfermedad,
pero me he despertado riendo,
al encontrarme todavía
bañado en lágrimas, en lágrimas de alegría
y no de pesar, al comprobar
que había soñado el sueño de la enfermedad.
Pues estoy sano en verdad, estoy sano.
Permíteme sentir
tu amoroso latir, tu amoroso latir.
Tú eres mi Padre,
y yo soy tu hijo.
Caprichoso o sumiso,
yo soy tu hijo.
Permíteme sentir tu saludable latir.
La sabiduría de tu voluntad,
permíteme sentir;
permíteme sentir
la sabiduría de tu voluntad.

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