lunes, 27 de octubre de 2014

RECONOCIMIENTO DEL AURA


El ser humano es básicamente un sistema de energía. Toma energía y luego la transmuta para usarla con  diversos propósitos. Cuando la energía es tomada y despertada en nuestro interior, emana del cuerpo físico.
Esta emanación de energía del cuerpo es llamada aura.
El aura nos rodea en todas las direcciones. Es tridimensional. Está constituida por varios niveles de densidad e intensidad. Cuanto más lejos uno se mueve del cuerpo físico, más sutil y difícil se hace ver el aura.
Cada uno de nosotros necesita aprender a reconocer los límites y fuerzas de sus propios campos
energéticos, sus campos áuricos. Es necesario que estemos atentos a las necesidades de intensificar los  campos energéticos, fortalecerlos, purificarlos y limpiarlos de negatividad. Cada vez que el aura de una  persona se contacta con el aura de alguien más, se produce un intercambio de energía. Cuando las situaciones  nos parecen confusas y la gente que nos rodea se irrita o nos molesta, gastamos y utilizamos más energía de  nuestro propio campo.
Por ser la mediación con el mundo, el aura sufre ciertas alteraciones. Restituirla y volverla a su estado
original es una tarea individual.

                                         COMO ADMINISTRAR SU ENERGÍA

Es esencial reconocer cuándo estamos utilizando cantidades excesivas de energía y cómo recargarla antes de provocar un gasto poco equilibrado. De lo contrario, el cuerpo reacciona a esa falta de armonía  desarrollando trastornos e, incluso, enfermedades.
Del mismo modo como estamos acostumbrados a las reacciones de nuestro cuerpo físico frente a estímulos
externos y sabemos qué hacer en cada caso, necesitamos familiarizarnos con nuestro campo energético. De lo
que se trata, simplemente, es de aprender a administrar nuestras energías, no gastarlas sin necesidad y
prevenimos ante aquellos que resuelven su equilibrio tomando nuestra energía.
En estos casos, existen métodos muy simples para limpiar nuestra aura de las influencias extrañas y
negativas que se acumulan allí durante el día, a través del solo contacto con otras personas. Para lograr el  objetivo de fortalecer el aura y, como consecuencia, prevenir enfermedades y preservar la salud emocional y  espiritual, es necesario que aprendamos a despertar y utilizar las energías en todos los niveles de nuestro ser de una manera equilibrada.
La energía se encuentra, de modo latente, en cantidades ilimitadas dentro de nosotros. Somos, de hecho, un  reflejo en miniatura de la energía total del Universo. Somos el Árbol de la Vida. Cuando despertamos y  utilizamos todos los aspectos de nuestro ser, creamos un campo energético vibrante, fuerte y protector. Esta  especie de escudo nos resguarda de la negatividad y aumenta nuestros propios niveles de energía, de modo  que podamos utilizarla en mayores cantidades.
                                                       
                                                              LAS HERIDAS DEL AURA

Muchas veces, sin darnos cuenta, mal gastamos nuestra energía, abusamos de ella o, de lo contrario, no la  aplicamos en su justa medida, desaprovechándola y creando núcleos de desequilibrio. Podemos, también,  despertarla sin aprovecharla, a que provoca que nuestro Árbol no crezca o. lo que es peor, crezca  defectuosamente. Tenemos menos resistencia a las cosas que pueden hacernos daño y contamos con menos  reserva de energía para manifestarnos a nosotros mismos qué necesitamos y deseamos. No reconocer las  carencias conduce a vivir repitiendo errores, sin crecer ni madurar, sin abrirnos a los cambios. Aunque no lo  parezca, todo esto proviene de un mal uso de nuestra energía.
Es en esos momentos que estamos librados a las circunstancias y debemos enfrentarnos a situaciones muy alejadas del ideal. De modo que hemos consentido que nuestras energías se escaparan de nuestro campo  energético y creado “heridas” áuricas. Se trata de “pinchaduras” y grietas en nuestro campo de energía que  operan como válvulas de escape por donde se produce una fuga realmente perjudicial para nuestro cuerpo.
Otra secuela es que la energía no consigue acumularse rápidamente ni con la suficiente fuerza para recuperar el equilibrio y el bienestar en todos los niveles de nuestra vida.
Ciertas actitudes y hábitos conducen a la formación de heridas áuricas. Si desea mantener el equilibrio con el  todo, procure evitarlos. Ellos son:

• Las drogas
• El alcohol
• Los sufrimientos mentales y emocionales
• Las meditaciones imprudentes.♥
• El estrés
• El tabaco

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